La situación fue tan violenta que el único testigo del crimen del policía Leandro Matías Meyer no lograba sobreponerse para relatar con detalles lo que había pasado. Los familiares del agente solo saben que tres jóvenes lo balearon para quitarlee la moto, y e el joven perdió la vida pocas horas después.
Leandro tenía 26 años y muchos proyectos por delante: hacía menos de un mes había ingresado a la Policía, donde le asignaron la Guardia Urbana, y había sido padre de su primera beba 10 días atrás, por lo que se encontraba de licencia cuando lo asesinaron.
Lucas Meyer, su hermano, contó a LA GACETA que el joven había estado el martes en su casa del barrio Galicia en Villa Mariano Moreno, junto a su esposa y a su beba. Por la noche, salió en su moto a comprar sandwiches con un amigo. De ahí regresaban, a bordo de la Honda Twister de Leandro, cuando fueron abordados por delincuentes mientras avanzaban por la calle 37, entre 6 y 8.
“Su amigo solo nos pudo contar que vinieron tres tipos en una moto y le dispararon porque querían robarle la moto. No nos dijo nada más porque está shockeado todavía”, explicó Lucas. Fue ese amigo quien tomó el celular del joven policía y llamó a su hermano para avisarle que lo habían herido. “Con mi papá salimos en el auto, lo cargamos y lo llevamos hasta el hospital Avellaneda, ahí le pusieron un suero y lo mandaron al Centro de Salud. Como a las 4.45 falleció, le dio un paro cuando lo llevaban al quirófano”, lamentó.
“No había en qué llevarlo”
Si bien Leandro tenía tres balazos en su pierna izquierda, habrían sido más los disparos que se produjeron en la escena. “Estaba recostada cuando escuché los tiros, fueron como seis”, estimó Viviana Almud, quien vive al frente de donde cayó herido el policía. “Cuando salí, estaba tirado y tenía el arma reglamentaria a la par. Me imagino que él también debe haber disparado”, comentó la mujer.
“Llamalo a mi papá”, le pedía Leandro a su amigo mientras le extendía el brazo con el celular en la mano. La cuadra se llenó de gente en cuestión de minutos. Eran entre las 0.30 y la 1, pero los estruendos sacaron a todos los vecinos de la cama. “La gente trataba de reanimarlo y él gritaba que le levanten la pierna. Estaba mal y no había en qué llevarlo”, contó Isabel Mansilla, otra vecina de la cuadra. “Finalmente su papá lo vino a buscar y lo llevó al hospital; llegó antes que la Policía y que la ambulancia”, agregó Almud.
Las dos vecinas coincidieron en que todas las noches escuchan disparos y gritos de víctimas de asaltos. “Parece que la Policía espera que pase algo así para recién tomar consciencia de lo que estamos viviendo”, se quejó Mansilla.
Ambas recordaron también que el jueves de la semana pasada le gatillaron tres veces en la cabeza a una mujer de la cuadra para robarle la moto. “Como la chica vio que los tiros no salían, los golpeó con el casco y escapó”, contaron.
Dolorosa espera
En la casa de Leandro, a casi 20 cuadras de donde lo asesinaron, sus familiares no podían entender lo que había pasado. Era el mediodía y todavía no les informaban a qué hora empezaría la autopsia, por lo que el velorio también se retrasaría. “Primero no había ambulancia y ahora esto. Él era un policía de la provincia, cómo no va a recibir una atención rápida como se merece”, protestó su hermano Lucas.
El joven también recordó que Leandro ya había sido víctima de otros asaltos. “Dos veces le quisieron robar la moto, una fue por acá cerca también y le hicieron disparos, pero no le dieron”, contó.